“Cada pelo es precioso e individual, y
tiene una función definida en el conjunto: rubio hasta resultar invisible donde
muslo y vientre se unen, oscuro hasta hacerse opaco donde los tiernos labios
piden protección, robusto y vigoroso como las barbas de un guardabosques bajo
la curva de la barriga, oscuro y ralo como las patillas de un Maquiavelo donde
el perineo se repliega en busca del ano. Mi coño se transforma según la hora
del día y la malla de mis bragas. Y tiene sus satélites: esa caprichosa línea
de vello que asciende hasta mi ombligo, y la que se introduce en mi ano, la
suave pelambrera que tapiza el interior de mis muslos, la brillante pelusa que
adorna la hendidura de mi trasero. Ámbar, ébano, pardo, rojizo, laurel,
castaño, canela, avellana, gamuza, tabaco, alheña, bronce, platino, melocotón,
ceniza, fuego y gris ratón: éstos son algunos de los colores de mi coño.”
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