“Resignación. Esa es la palabra de la
gran derrota.
La vida es un trayecto extenso y
fatigoso. Es como un tren de largo recorrido que en ocasiones ha de atravesar
regiones en guerra y territorios salvajes. Quiero decir que el camino está
plagado de peligros y que el descarrilamiento es un accidente bastante común.
Pero hay muchas maneras de perder el rumbo. Por ejemplo, uno puede irse
directamente al infierno, como le pasó a Félix Roble durante algunos años.
Otros, en cambio, no llegan a salirse de los raíles, sino que tan sólo van
aminorando la velocidad, más y más despacio cada día, hasta que al fin se paran
por completo y se quedan ahí, medio muertos de pasividad y de fracaso, oxidando
la hojalata y las ideas bajo las inclemencias del tiempo.”
(……)
“El cielo, si existe, debe ser un
instante de sexo congelado. Hablo del sexo con amor, del apasionado encuentro
con el otro. Si el sexo fuera una cuestión puramente carnal, no necesitaríamos
a nadie: quién nos iba a atender mejor en nuestras necesidades que nuestra
propia mano, quienes nos iban a conocer y querer más que esos cinco deditos
aplicados. Si el onanismo no nos es suficiente es porque el sexo es otra cosa.
Es salir de ti mismo. Es detener el tiempo. El sexo es un acto sobrehumano: la
única ocasión en la que vencemos a la muerte. Fundidos con el otro y con el
Todo, somos por un instante eternos e infinitos, polvo de estrellas y pata de
cangrejo, magma incandescente y grano de azúcar. El cielo, si es que existe,
sólo puede ser eso.”
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