lunes, 14 de noviembre de 2011

“ÍCARO”, de Alberto Vázquez Figueroa


    “- Sé que resulta absurdo, pero tras mucho meditar sobre ello, llegué a una curiosa conclusión: no importa que una mujer sea guapa o fea, estúpida o inteligente, simpática o antipática. A la hora de la verdad, a la larga todo eso resulta superfluo. Lo que importa es la piel. El tacto de esa piel, el olor de esa piel, y la forma en que esa piel reacciona cuando se la acaricia es lo que marca la diferencia.”


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