martes, 15 de noviembre de 2011

“CIUDAD RAYADA”, de José Ángel Mañas


      “Pasé la noche muy inquieto. En algún momento abrí los faros. Estaba bañado en sudor, y Tula sobaba a mi lado. Me levanté en gayumbos, sin pensar en nada, y saqué la pipa de la mochila. Tula dormía muy tranquila, con el pelo revuelto cayendo sobre la almohada. No sé qué me vino a la cabeza, pero el caso es que me veo durante un tiempo que me pareció una eternidad encañonándola, mientras respiraba tranquilamente. Más tarde he pensado mucho sobre el flús de aquella noche y he llegado a la conclusión de que con los sentimientos ocurre como con las drogas: hay subidotes y bajones. Y lo que uno siente es algo que depende de lo que llevas dentro. Si estás chungo dentro, estás chungo con los demás, y no sabes hasta dónde vas a poder controlarlo. Es como si siempre estuviéramos en la cuerda floja. Así que he llegado a la conclusión de que uno nunca puede fiarse de sus emociones. Creo.”

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