sábado, 16 de febrero de 2013

“EL HOBBIT”, de J.R.R.Tolkien


            “Allí efectivamente yacía Thorin Escudo de Roble, herido de muchas heridas, y la armadura abollada y el hacha mellada estaban junto a él, en el suelo. Alzó los ojos cuando Bilbo se le acercó.
            - Adios, buen ladrón –dijo-. Parto ahora hacia los salones de espera a sentarme al lado de mis padres, hasta que el mundo sea renovado. Ya que hoy dejo todo el oro y la plata, y voy a donde tienen poco valor, deseo partir en amistad contigo, y me retracto de mis palabras y hechos ante la Puerta.
            Bilbo hincó una rodilla, ahogada por la pena.
            - ¡Adios, Rey bajo la Montaña! –dijo-. Es ésta una amarga aventura, si ha de terminar así; y ni una montaña de oro podría enmendarla. Con todo, me alegro de haber compartido tus peligros: ha sido más de lo que cualquier Bolsón hubiera podido merecer.
            - ¡No! –dijo Thorin-. Hay en ti muchas virtudes que tú mismo ignoras, hijo del bondadoso Oeste. Algo de coraje y algo de sabiduría, mezclados con mesura. Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, éste sería un mundo más feliz. Pero triste o alegre, ahora he de abandonarlo. ¡Adios!
            Entonces Bilbo se volvió y se fue solo.”



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